Ella – Día 2

Salió del agua lentamente, dejándose acariciar por las olas que rompían en sus muslos, sus rodillas, sus tobillos… cada vez más abajo a medida que se acercaba a la orilla.

Alzó los brazos, los pasó por detrás de su cabeza mientras la inclinaba hacia atrás y con ambas manos sujetó su melena, enrollándola en espiral y escurriendo el exceso de agua. Las gotas saladas cayeron refrescándole la espalda, deslizándose por sus nalgas, continuando algunas su camino hacia la arena mientras resbalaban por sus piernas, muriendo otras alli donde su bikini las absorbía, refrescando su siempre ardiente intimidad.

Sus manos liberaron su melena y sus dedos la dispersaron mientras sacudía su cabeza de un lado a otro. Hacía mucho calor ese día.

Alzó la cabeza y dirigió su mirada hacia el lugar en la arena donde le aguardaba su pareo. Y al fondo, en línea recta con su mirada, le vió sentado en el muro, como ayer, observando. Cuando decidió ir a darse un baño unos minutos antes no estaba. El descubrirle ahora ahí le hizo estremecerse de placer. Un ardor recorrió su cuerpo, desde sus extremidades hacia su interior, haciendo palpitar su sexo y sintiéndolo húmedo de repente, esta vez no por el agua salada.

Ayer se hizo difícil aguantar la excitación. Fue duro resistirse cuando sólo le apetecía acercarse al desconocido, liberar su miembro de unos aprisionadores shorts y sentarse a horcajadas sobre él, engulliendo abruptamente su sexo con el de ella y cabalgarle.

Continuó caminando sin desviar la mirada de la línea recta entre su pareo y él. Llegó a sus cosas y se sentó sin dejar de mirarle. Le gustaba mucho este juego. Le excitaba.

Hacía mucho calor y el descubrirle de nuevo ahí sentado hacía que subiera aún más la temperatura. Su sexo palpitaba de excitación y notaba cómo se humedecía más y más.

Metió su mano en el bolso, rebuscó y, cuando encontró lo que buscaba, la sacó satisfecha. Hacía mucho calor. Se fué de nuevo al agua.

Llegó a la orilla y se adentró en el mar procurando parecer tranquila cuando estaba impaciente. Caminó hasta que el agua cubrió sus pechos. Se giró, dirigiendo de nuevo su mirada al desconocido, y dobló ligeramente sus rodillas bajo el agua, hundiéndose un poco más y dejando sólo su cabeza fuera.

El objeto que sacó minutos antes de su bolso continuaba en su mano. Entreabrió entonces sus piernas, se retiró el bikini y lo introdujo de manera urgente en su sexo. La humedad hizo que resbalara y que entrara suave, plácidamente. Cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás disfrutando de la sensación de sentirse penetrada. Comenzó entonces a presionar con su mano izquierda el objeto en su interior, jugando a introducirlo con sus dedos y sacarlo ligeramente con la presión de sus paredes vaginales. Con su mano derecha, se dispuso a juguetear con su clítoris. Abrió los ojos y dirigió su miraba de nuevo al desconocido. Viéndolo a lo lejos imaginó que sus propias manos eran las de él, y que el objeto era su polla. No pudo demorar mucho tiempo el placer y le sobrevino el orgasmo, cerrando sus ojos y reclinando su cabeza de nuevo para saborearlo más intensamente.

Segundos después, satisfecha, volvió a abrir los ojos, miró al desconocido y se recolocó el bikini. Salió del agua y volvió a sentarse en su pareo, su cuerpo inclinado sobre sus piernas juntas y ligeramente dobladas.

Disimuladamente introdujo su mano entre su vientre y sus piernas, metió la mano bajo el bikini, alcanzó el objeto que seguía dentro de su vagina y de un movimiento rápido lo extrajo. Seguidamente lo enterró en la arena y, sin dejar de observar al desconocido, recogió sus cosas y se fue.